LA
ERA PETROLERA EN VENEZUELA HA CONCLUÍDO
Gladys García Delgado
Octubre 2020
cohorte2006@gmail.com
Advertir permite actuar
En las primeras páginas del
libro El Mundo de Sofía (Gaarder,
1997) aparece una frase de Goethe relacionada con la vida y el tiempo
histórico. Esta es la expresión:
El que no lleva la contabilidad por
espacio de tres mil años, se queda como un ignorante en la oscuridad y sólo
vive al día.
La frase elaborada por el
autor de Sofía es oportuna ya que en
el libro se despliega la historia de la filosofía como un cuento escrito para
una adolescente y leído por otra jovencita. Hace alusión además a que la
mayoría de las personas no tomamos muy en cuenta los procesos históricos y pasamos
la vida repitiendo el mismo día sin advertir lo que está ocurriendo o ha
sucedido. Es decir la frase resalta que habitualmente no establecemos la correspondencia
entre los hechos que ocurren a nuestro alrededor ni mucho menos con sus
consecuencias.
Así ha pasado en Venezuela
durante toda la llamada era petrolera.
Nadábamos en un mar de petróleo sin entender la significación de poseer las
reservas más grandes del mundo en el momento de gran demanda de esta energía
para el desarrollo industrial. ¿Será porque este hidrocarburo acompaña al país
desde siempre? ¿O porque en los últimos cien años fue fundamental para el
desarrollo de la economía venezolana y lo dábamos por descontado?
En la vida diaria hay muy
poca alusión al oro negro, inclusive
si se revisan telenovelas venezolanas como por ejemplo Por estas Calles de finales del siglo pasado, que pintaba los
contrastes sociales de Caracas en sus más de 300 capítulos, tampoco aparece
comentario alguno sobre petróleo.
Por otra parte, es
indiscutible que el mundo se encuentra
en otro momento, hoy se exige energías limpias y sustentables. Además, todos
los indicios apuntan que a partir del año 2020 la era petrolera en Venezuela ha llegado a su fin haciéndose evidente una
realidad que venía gestándose. Hace ya algunos años que el país perdió su
cualidad de exportador eficiente de petróleo y sus derivados e incluso importa gasolina
desde un tiempo atrás. De modo que junto a todo tipo de carencias que incluyen
el agua, la electricidad, gas, transporte, alimentos, medicinas, libertad de
expresión, justicia y derechos humanos, se ha sumado la escasez de gasolina.
Desde enero de 1999, momento
cuando el Teniente Coronel Hugo Chávez llega al poder, Venezuela paulatinamente
dejó de ser el país con grandes perspectivas de desarrollo y esta situación
negativa se aceleró después de su muerte en 2013 con su sucesor, el Sr. Nicolás
Maduro. Ha quedado en evidencia que se ha ido retrocediendo a niveles jamás
sospechados en lo económico, político, social y ético. En cuanto a lo
económico, -que nos ocupa someramente- esta es la historia reciente del llamado
oro negro, fluido que amparó a
Venezuela financieramente en los últimos 100 años.
Un atisbo al desarrollo de
la industria petrolera
Venezuela estuvo acostumbrada desde siempre a la presencia de petróleo,
los aborígenes lo utilizaron crudo en
las más diversas funciones, incluso medicinales y con la llegada de la
conquista, los españoles lo aprovecharon como brea para sellar sus naves, para repararlas
cuando fue necesario y también con este hidrocarburo engrasaban sus armaduras.
Fue ya entrada la república que en 1883 surgió la primera empresa petrolera llamada Compañía Nacional Minera Petrolia del Táchira o Petrolia del Táchira. Este grupo construyó
la primera refinería en la que se producían mensualmente 60 galones de gasolina, 165 de querosén, 150 de gas-oil y 220 de
residuos. De estos derivados del petróleo, el querosén era el de mayor ventaja
y se utilizaba tanto para el alumbrado como para las primeras cocinas que ya no
usaron carbón, combustible que poco a poco fue perdiendo importancia en el
mundo al ser sustituido por el petróleo.
Europeos y estadounidenses se interesaron en explorar la industria
petrolera en el país. Así es como el 1º de julio de 1914 surge el llamado gran reventón en el campo Zumaque 1, en
una concesión de la Royal Dutch Shell que pertenecía a Holanda y
Gran Bretaña. Se había producido lo que desde la época precolombina los nativos
llamaban un mene grande, es decir,
una gran emanación de petróleo. El acontecimiento y las sucesivas extracciones
de petróleo permitieron que en el año 1918 en las estadísticas
económicas del país apareciera
por primera vez el rubro exportación de petróleo. Otra
gran difusión de petróleo tuvo lugar el 14 de abril de 1922 cuando del
yacimiento Barroso II y por 19 días continuos, estuvo brotando el crudo a razón
de 100 mil barriles diarios.
Con tales acontecimientos y desde
1926, por primera vez en la historia, el petróleo se convirtió en el
responsable de la mayor proporción del producto interno bruto (PIB) de
Venezuela, situación que se mantuvo por casi un siglo.
Cuando el petróleo sustituyó
al carbón como fuente de energía en el mundo y empezó a ser explotado
industrialmente en el país, muchos campesinos venezolanos emigraron del medio
rural hacia aquellos estados donde se extraía el hidrocarburo creándose así el
primer grupo de obreros venezolanos, un nuevo sector social, quienes llegaron a
ser personas imprescindibles por su relación con la extracción de petróleo. Sin
embargo Rufino Blanco Fombona, escritor venezolano, en su novela La Bella y la Fiera (1931), dice:
Los trabajadores pidieron un aumento del sueldo miserable y los rubios
de ojos azules, los hombres que son dueños de millones de dólares, libras
esterlinas y florines en bancos europeos y de EE.UU, se negaron.
Así deja constancia el poeta
no sólo la explotación que sufrían los obreros petroleros sino que además hace
alusión a quienes eran los administradores y gerentes de la industria y que
venían de Estados Unidos, Reino Unido y Holanda.
En diciembre de 1935 ocurrió
la muerte del dictador Juan Vicente Gómez gobernante de Venezuela desde 1908 y quien
había firmado los primeros contratos para que compañías extranjeras explotaran el
petróleo. Con su muerte empezó a respirarse un nuevo aire de libertad que sacudió
al país y justamente por ello ocurrieron hechos significativos: los estudiantes
universitarios reclamaron libertades civiles a través de manifestaciones y en el
discurso del 12 febrero de 1936, Jóvito Villalba, presidente entonces de la
Federación de Estudiantes Universitarios, envió una carta al presidente de la
república, Eleazar López Contreras en la que exigía la restitución de las
garantías constitucionales y el respeto a la libertad de expresión. Por su
parte, el 21 de febrero de ese mismo año López Contreras presentó un programa
de gobierno en el cual diseñaba una ruta para avanzar por un camino democrático.
En el mes de julio se aprobó la Ley del Trabajo presentada por Rafael Caldera
que contemplaba el derecho a huelga. También apareció, el 14 de julio de 1936
en el diario Ahora el artículo de
Arturo Uslar Pietri con la frase que se hizo famosa: hay que sembrar el petróleo.
En el artículo decía entre otras expresiones:
Es menester sacar la mayor renta de las minas
para invertirla totalmente en ayudas, facilidades y estímulos a la agricultura,
la cría y las industrias nacionales. Que en lugar de ser el petróleo una
maldición que haya de convertirnos en un pueblo parásito e inútil, sea la
afortunada coyuntura que permita con su súbita riqueza acelerar y fortificar la
evolución productora del pueblo venezolano en condiciones excepcionales (Uslar Pietri, 1936).
Menos conocidos fueron otros
acontecimientos muy significativos como la creación del primer sindicato
petrolero en el estado Zulia el 27 de febrero de 1936 y la primera huelga
petrolera que reclamaba mejores condiciones de trabajo y aumento del salario la
cual tuvo lugar el 14 de diciembre de 1936 y se prolongó hasta el 22 de enero
de 1937.
Los primeros obreros petroleros
organizados y algunas figuras que se destacaron en esos momentos por sus luchas
políticas o gremiales alrededor de la industria
nacieron en los primeros años del siglo 20 y fueron conocidos como la generación del 28 de importante
actuación en la conformación de partidos, enfrentamiento a dictaduras y
organización social de la población durante las primeras décadas del siglo veinte.
En 1941, el general Isaías Medina Angarita fue elegido presidente
de Venezuela según el sistema electoral vigente entonces: de forma indirecta y por
el Congreso. Una de las más importantes reformas durante su mandato fue la
promulgación de la Ley de Hidrocarburos, el 13 de marzo de 1943. Esta nueva ley
dio el primer gran paso político para obtener mayor control sobre la industria
petrolera. La ley señalaba que toda nueva concesión sería por sólo 40 años y
además obligaba a las empresas a refinar parte de la producción de petróleo en
el territorio nacional, naciendo así grandes refinerías que además permitieron
crear nuevas fuentes de trabajo en aquellos estados donde se ubicaba la
producción. Asimismo, hubo no sólo la necesidad de atender a los campos
petroleros sino de construir viviendas, escuelas, hospitales, vías de
comunicación y todo lo que amerita la transformación de pueblos aislados en
espacios urbanizados.
En 1946 Venezuela estaba produciendo
un millón 64 mil barriles (1.064.000) diarios de petróleo y llegó a ser
considerada el segundo productor
en el mundo. Durante el Trienio Adeco (1945-1947) los hidrocarburos
siguieron siendo la fuente más importante de entradas económicas del país. Posteriormente,
en los años de dictadura (1947-1958) una buena parte de los ingresos del
petróleo los utilizó Pérez Jiménez para desarrollar infraestructura y vialidad.
Al regresar el sistema
democrático en enero de 1958, Juan Pablo Pérez Alfonzo, en alianza con los
países árabes, quienes también son grandes productores de petróleo, crearon la
Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) con el fin de coordinar y
unificar la política petrolera. Y fue el 15 de setiembre de 1960 que esta
organización fijó pautas a las concesiones, reguló los precios del petróleo y
sus derivados, entre otras atribuciones.
Ya para 1962 el país superaba los tres millones de barriles diarios
para llegar a 3.5 millones de barriles diarios en 1969. Contaba además con un
total de seis refinerías: El Palito, en el Estado Carabobo, Amuay, en el Estado Falcón, y en el Estado
Anzoátegui tuvo tres refinerías: Puerto La Cruz, FertiNitro y el Complejo
Petroquímico J.A. Anzoátegui. Además poseía
otras 18 refinerías distribuidas en Alemania, Cuba, Curazao, Estados Unidos, Jamaica,
Reino Unido y Suecia.
Otro momento significativo
en el desarrollo de la explotación petrolera venezolana ocurrió el 1º de enero
de 1976 cuando el presidente Carlos Andrés Pérez (1974-1978) nacionaliza la
industria. Para realizar la ceremonia se escoge a Zumaque (Mene Grande), Estado
Zulia, donde había ocurrido el gran reventón de 1914. La prensa
internacional consideró el hecho como una
nacionalización de buenas maneras ya que compensaba a las empresas
extranjeras por las pérdidas que la nacionalización les acarreaba. Poco antes
de la nacionalización, en 1975, se había creado Petróleos de Venezuela (PDVSA) que
integró compañías subsidiarias de las grandes empresas de petróleo de Estados
Unidos, Inglaterra y Holanda.
Igualdad y Meritocracia
Dentro de las
características del venezolano se reconoce su aspiración a la igualdad y el
respeto hacia los méritos de sus semejantes. Estos valores lo han acompañado
desde siempre, le son propios incluso antes de haber logrado la independencia
de España. Así se manifiesta en una de las
primeras expresiones de conspiración contra la Corona española. Los precursores
Manuel Gual y José María España, ya anuncian en sus proclamas los principios de
igualdad y meritocracia junto a los anhelos de libertad y la fe en Dios. Las
Ordenanzas publicadas el 13 de julio de 1797 (Aguiar, 2000) así lo expresan:
Art. 15. La igualdad
es el derecho de todo ciudadano para contribuir a la formación de la ley…
Art. 32. Se declara la igualdad natural entre todos los habitantes de las provincias y
distritos y se encarga que entre blancos, indios, pardos y morenos reine la
mayor armonía, mirándose como hermanos en Jesucristo iguales por Dios,
procurando aventajarse por unos y otros en mérito
y virtud que son las únicas distinciones reales y verdaderas que hay de
hombre a hombre y habrá en lo sucesivo entre todos los individuos de nuestra
República. (mi énfasis).
Tales principios enraizados
en la conciencia venezolana pretendieron resquebrajarse desde la llegada al
poder del Teniente Coronel Hugo Chávez Frías (enero de 1999). Así ocurrieron
los hechos.
En 1992 Chávez intentó un
golpe de estado contra el entonces presidente Carlos Andrés Pérez en su segundo
mandato (1989-1993) y por esa causa fue detenido. Rafael Caldera, quien también
ganó una segunda presidencia (1994-1998) lo indultó y salió en libertad. El
indultado optó entonces por lanzarse como aspirante a la presidencia para el
período 1999-2003 resultando ganador. Uno de sus primeros actos fue realizar
una Asamblea Nacional Constituyente con el fin de reformar la Constitución de
1961 lo cual ocurrió en diciembre de 1999.
La Constitución de 1961
respetaba la alternancia en el ejercicio del poder que para presidente duraba
cinco años. No se podía optar por la presidencia de inmediato y sólo se podía
ser candidato a la reelección una vez más y pasado un período constitucional.
Al contrario, la Constitución de 1999 permitía la reelección inmediata y alargaba
el período presidencial a 6 años. También se produjo un cambio de nombre, de
República de Venezuela a República Bolivariana de Venezuela. En 2009 se realizó
otra modificación a la carta magna que permitía la permanencia indefinida en el
poder del presidente, gobernadores y alcaldes.
Así, se quebraron las bases constitucionales surgidas después del Pacto
de Punto Fijo el cual fue firmado entre los principales partidos políticos el
31 de octubre de 1958 con exclusión del Partido Comunista.
Desde sus primeras actuaciones
y discursos Chávez hizo gala de ofensas a las clases medias, a la inteligencia,
a los méritos para el ascenso en cargos de responsabilidad y se destacó por la tosquedad
de sus expresiones, insultos y un supuesto amor hacia los niños y los más pobres.
Ensayó además maneras de un desarrollo político, económico y social poco favorable
para el país.
Así se llegó a 2002 cuando Chávez
intentó romper abiertamente el principio de meritocracia en la producción
petrolera la cual para ese momento había evolucionado de los obreros improvisados
de los primeros años de desarrollo de la industria a un personal muy
delicadamente seleccionado. Por ejemplo, los mensajeros eran todos estudiantes
universitarios y para el ingreso del personal administrativo o técnico se
revisaba cada una de sus credenciales, el comportamiento en trabajos previos e
incluso sus relaciones familiares. Una vez que la persona ingresaba a alguna
filial de PDVSA, tenía opción permanente a adiestramiento dentro y fuera del
país y ascendía tomando en cuenta sus habilidades en una escala meritocrática muy
respetada.
El 7 de abril de 2002 y en
un ambiente de huelga general, Chávez decidió destituir a la Junta Directiva de
PDVSA, los gerentes de la más alta calificación. Después de dos meses de crisis
petrolera con paralización de refinerías, en el programa de televisión Aló Presidente que realizaba
semanalmente, y con un pito en la mano, despidió a la nómina mayor. Fue un acto bochornoso que unos días después incluyó
el desalojo a medianoche de las familias de las personas cuyas viviendas
estuvieran ubicadas en los campos petroleros.
El curso de los
acontecimientos y la huelga general llevó a una manifestación de miles de
ciudadanos que se transformó en la exigencia de la salida del poder del
presidente Chávez. El 11 de abril de 2002 es la fecha de quiebre para este
proceso conocido como los sucesos de
abril. Una gigantesca manifestación originada en una de las sedes de PDVSA
en Chuao, Caracas, intentó marchar hacia Miraflores -sede de la presidencia- a
exigir la renuncia de Chávez. La manifestación
fue emboscada por francotiradores y por los círculos
bolivarianos, grupos civiles establecidos por Chávez desde junio de 2001
con fines de organización social y política de la población y que contaban con armas para defender la revolución según
las palabras de su creador. Como consecuencia de tal situación, se produjo la
muerte de varias personas y además otras resultaron heridas. Se ha relatado ampliamente
estos hechos y sus consecuencias en Las
balas de abril (Olivares, 2006).
Hacia finales de la noche
los acontecimientos produjeron la caída del presidente Chávez. El alto mando
militar a través del General Lucas Rincón le exigió la renuncia y se hizo
célebre su imagen cuando lo notificó por televisión diciendo: “se le solicitó la renuncia, al señor
presidente, la cual aceptó”. El ahora ex presidente manifestó su deseo de
trasladarse a Cuba pero no fue así y en cambio se le trasladó a la base naval
de la isla La Orchila.
Además, una situación
confusa se había originado entre militares, empresarios, políticos y personalidades
que se encontraban en Miraflores o en Fuerte Tiuna, sede militar, y no se estuvo
claro de cómo debía realizarse la sucesión. Esto a pesar que la Constitución de
1999 establece muy claramente que en ausencia definitiva del presidente,
corresponde al presidente del poder legislativo o en su defecto al presidente
de la corte suprema, asumir el cargo hasta la convocatoria a nuevas elecciones.
Por el contrario, lejos de seguir lo establecido en la carta magna, fue el Sr. Pedro
Carmona Estanga, presidente de Fedecámaras quien se auto proclamó presidente
encargado el 12 de abril de 2002. En su único decreto disolvió los poderes
públicos y eliminó la palabra “bolivariana” del nombre de Venezuela. El llamado
Carmonazo duraría muy pocas horas.
Dados los acontecimientos, los conocidos hoy como militares institucionalistas, decidieron regresar a Chávez al poder
el 13 de abril, devolviéndolo en helicóptero desde La Orchila a Miraflores.
El presidente restituido se
presentó por televisión en la madrugada y esgrimiendo un crucifijo hizo
promesas de reconciliación, de respeto a sus adversarios y de corregir el rumbo
de su proyecto político, cosa que lejos de cumplir le llevó al poco tiempo a
plantear abiertamente la condición socialista de la República Bolivariana de
Venezuela.
PDVSA roja rojita
El momento cuando Chávez
juró que modificaría su comportamiento le duró muy poco. Ya restablecido en el
cargo de presidente mantuvo su conducta arbitraria
e hizo que la industria petrolera cambiara de rumbo. PDVSA pasó a manos de
personal escogido por su adhesión al régimen aunque no tuviera las credenciales
que aseguraran su eficiencia sino que, en palabras de su gerente principal, Sr.
Rafael Ramírez, quien haciéndose eco de Chávez, manifestó que la principal industria
venezolana era roja rojita.
Y sucedió que aunque PDVSA
financió las misiones que se crearon
para elevar el nivel educativo de la población desde la enseñanza de las
primeras letras hasta la universidad, los ingresos que generaba no fueron
invertidos en las necesidades del desarrollo de la compañía y del país sino que
pasaron a convertirse en la “caja chica” del presidente y de personas cercanas
al poder. El grueso de los ingresos del petróleo fue malversado y esto ocurría
cuando se produjo un aumento considerable en el precio del barril. En consecuencia
la gallinita de los huevos de oro PDVSA
fue mermando en eficiencia y rentabilidad dejando de producir con eficacia.
Simultáneamente, el mundo empezó a exigir cada vez más, energías limpias,
libres de la contaminación del medio ambiente que produce la exploración y
explotación del petróleo.
Desde 1936 en Venezuela se
acudía al argumento de sembrar el petróleo,
también se venía advirtiendo sobre lo que pasaría cuando el oro negro se
terminara. A lo largo del tiempo siguió ocurriendo lo que se conoce como rentismo petrolero ya que el país no
sólo no sembró el petróleo, sino que diversificó
la economía muy limitadamente. Se creó una relación amor-odio con esta fuente
de energía que también se llamaba excremento
del diablo. Se pronosticaba que para cuando se acabara el petróleo habría
gente haciendo colas en las esquinas donde se repartirían sopas. Eso, lamentablemente
ha sucedido, la hambruna y la miseria ha llegado al país sin que el
hidrocarburo se haya terminado. Según información de enero de 2018, se cuenta
con las mayores reservas de petróleo probadas del mundo: 302 mil millones así
como las mayores reservas de crudo liviano de Occidente.
PDVSA está arruinada y el cierre
de las últimas dos refinerías ocurrió en enero 2020 y aunque ha habido
esfuerzos para reabrirlas la ineficiencia sólo lo ha conseguido por breve
tiempo produciéndose derrames, incendios y otras situaciones lamentables. Además,
para el mantenimiento de las plantas hay serias limitaciones con la
electricidad y el agua agua suficiente. Así, en este momento nos encontramos
con un país improductivo que ya no puede ser subsidiado por el petróleo a pesar
de que en 1998, su producción alcanzó
al récord de 3,3 millones de barriles diarios.
La llegada al poder de Hugo Chávez y de su sucesor, Nicolás Maduro ha
sido una de las mayores catástrofes económicas que se tenga noticias en un país
sin guerra. Para marzo de 2020 Venezuela sólo producía 718 mil barriles diarios
y ha continuado mermando desde entonces.
Los precios que una vez escalaron a más de 100 dólares el barril, se han
mantenido entre los 42 dólares y los 59 dólares en promedio. Según datos macro
económicos, el petróleo alcanzó su máximo nivel histórico el 3 de julio de
2008, $140,73 siendo su precio mínimo de $12,22 el día 22 de abril de 2020
(Expansión, 2020). Al no haber diversificado su economía, el país sufre hoy una
hiperinflación descomunal.
Una
esperanza viene de la “gente de petróleo”
Los hombres y mujeres que
fueron despedidos de manera escandalosa por Hugo Chávez, con un pito en la mano
y por televisión, no se han quedado inmóviles. Muchos de ellos salieron del
país seguidos por millones de otros profesionales y técnicos de las más
diversas profesiones. También han dejado Venezuela gente sin títulos y de toda
condición social en un éxodo sin precedentes al punto que la población del país
lejos de aumentar, como generalmente ocurre, ha disminuido.
En los últimos años los
venezolanos han salido por las vías más diversas: avión, lanchas, autobuses, ferrocarriles,
a pié por carreteras o abriendo senderos y atajos, las llamadas trochas. Ha
sido la mayor emigración que ha sufrido un país sin que existiera una
catástrofe natural ni guerra. Por el contrario, Venezuela estaba acostumbrada a
recibir europeos y latinoamericanos que aquí buscaron trabajo y prosperidad escapando
de guerras, posguerras, dictaduras y hambrunas. Su demografía ha involucionado
al punto que en la última encuesta Condiciones
de Vida en Venezuela (Encovi, 2020) lejos de crecer a los esperados 32
millones de habitantes para 2020, hay un declive poblacional a 28,4 millones de
habitantes.
Sin embargo, constatamos una
luz de esperanza en esta situación. Muchos de los venezolanos que han emigrado en
los últimos 20 años se han mantenido en contacto con sus familias y sus puntos de
referencia profesional. Los que trabajaron en PDVSA están organizados en el
grupo Gente de Petróleo y se
mantienen además al día en la evolución de otras fuentes de energía. Forman
parte de un conjunto de esas iniciativas mundiales como la Conferencia de París
que en diciembre de 2015 analizó la situación del clima mundial. En aquella
ocasión 195 países firmaron un acuerdo para ocuparse de poner límites al
calentamiento global, evitando así sus consecuencias. El plan de acción tiene
efectos vinculantes para las naciones que lo firmaron, e incluye la sustitución
de energías fósiles por energías renovables lo que es un cambio cualitativo
importante en el desarrollo de la economía mundial. Venezuela tiene muchas
posibilidades en ese giro dada su ubicación geográfica y la posibilidad de
aprovechamiento de la luz solar, el viento y otras fuentes renovables de
energía y además porque cuenta con un valioso recurso humano. Sólo se está a la
espera de un cambio político que permita el acceso a financiamiento y a las
fuentes que con su talento permitan un cambio irreversible para el país.
Se cierra así la era
petrolera para el país y se abren posibilidades de aprovechar los hidrocarburos
con otros fines incluyendo los medicinales. Toca ahora estar a la expectativa
sobre los días que vendrán. A partir de la experiencia compartida en 2020 de
estar viviendo una pandemia mundial que nos impide salir de nuestras casas y
circular libremente por calles y avenidas a pie o en los vehículos, el proceso
de pensar e inventar se ha agudizado. Esta situación tan sui géneris ha obligado a repensarlo todo, a aprovechar las vías
digitales para comunicarse y para producir bienes y servicios, para revisar
nuestras posibilidades individuales, como grupos y como país. El futuro nos ha
alcanzado y lo que toca es entrar en él con optimismo.
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